A pesar de la gran tolerancia hacia la causa LGTB de la que hacen gala los Países Bajos, recientemente los militares holandeses se han enfrentado a la incomprensión por parte de los superiores del Ejército. Un grupo de militares homosexuales han declarado sentirse "muy heridos" por no haber podido desfilar portando el uniforme durante el desfile del Orgullo Gay celebrada el pasado sábado en Amsterdam, y así se lo han hecho saber al Gobierno.
Y lo han hecho a través de una carta abierta al ministro de Defensa, Eimert van Middelkoop, publicada en un diario digital, y apoyados por la fundación Homosexualidad y Fuerzas Armadas (SHK) desde la que Gay Krant, su fundador, y varios de los ex presidentes de la misma piden explicaciones por la negativa del Ejecutivo a que los soldados desfilasen uniformados.
Desde el gobierno, ya previamente, según recuerda el propio Gay Krant, el secretario de Estado de Seguridad, Jack de Vries había considerado que una fiesta como la celebrada en Amsterdam no era "compatible" con el uso del traje reglamentario del Ejército. Ante esta nueva crítica por parte de la asociación encargada de velar por los derechos de los militares gays, aún no se ha pronunciado.
La fiesta del Orgullo Gay de Amsterdam es especialmente popular por su desfile de los canales, en el que 75 barcos decorados recorren la ciudad bajo la mirada de más de 350.000 espectadores. El hecho de que sea Holanda y no otro país en el que ha tenido lugar esta clara muestra de homofobia, podría considerarse una deshonra para el ejército holandés una salida del armario colectiva y pública de un gran número de sus miembros, llama especialmente la atención, ya que en cuanto a tolerancia y según el Eurobarómetro realizado en 2006, el porcentaje de aceptación de la homosexualidad (y en especial del matrimonio entre homosexuales) por parte de los ciudadanos de los Países Bajos es del 82%, cifra altísima si la comparamos con el 44% del total de la Unión Europea o el 56% de España.
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